Ya en forma, acompañados de una
luz nocturna serena, la comitiva salió con paso tranquilo entre los espésales
que limitan con la cordillera europea.
Ya en el reino del Norte, la
imposición de una nueva casta gobernante comenzaba a instaurar la religión como
instrumento político, la persecución a quienes no reconocieran al nuevo Dios se
dibujaba con sangre y humillación, la confusión era parte del nuevo reinado. La
mesa Redonda de Caballeros destruida, sus integrantes exiliados y el pueblo
envuelto en la incertidumbre eran los últimos vestigios que los viajeros del
Rey debían enfrentar.